Este blog está realizado por las alumnas y alumnos de 2º de E.S.O. del Instituto "Miguel de Unamuno" de Ledesma (Salamanca)
miércoles, 6 de marzo de 2013
EL LIBRO SIN FIN
El libro sin fin
Un día su perro y él iban a la montaña, cuando vieron una callejita muy rara, nunca antes la habían visto. Jesús pensaba pasar por esa calle pero le daba
miedo, después de pensárselo un rato acabaron pasando por aquella calle, tan oscura como boca de lobo. Después de caminar
un rato vieron una luz amarilla. No lo pensaron dos veces, la curiosidad podía más que el miedo y acabaron yendo hacia la luz. Cuando llegaron, Jesús vio un cueva, entraron y nada más entrar una piedra
inmensa cayó, tapando la entrada. Intentaron salir pero no podían. De repente se oyó un ruido:
-¿Está alguien ahí? –preguntó Jesús asustado.
-Me llamo Ricardo. -Respondió una vocecita.
-¿Cómo has llegado hasta aquí tú solo?
-No, no estoy solo, está conmigo, mi hermano mayor: Martín.
-Hola Martín, me llamo Jesús, tengo 11 años. ¿Tú cuántos
años tienes?
-Igual que tú, 11 años.
-¿Cuánto tiempo lleváis aquí?
-Desde hace tres días. Cuando mi hermano y yo huimos del internado. Después de la huida empezó a llover, y pensamos que aquí podíamos protegernos de la lluvia. A propósito, ¿tú cómo
llegaste aquí?
-Yo todos
los días vengo a jugar con mi perro a la montaña, hoy vi una calle muy rara, decidí pasar por ella y llegué hasta aquí.
Continuaron el camino hasta que llegaron a un punto en que acababa el
laberinto. Sin saber que hacer se quedaron allí pensando cuando, de la nada, apareció un animal muy raro que se dirigió hasta ellos. Los tres muy asustados empezaron a
temblar. El animal era tan feo que hasta el perro se asustó. Tenia solo un ojo,
cuatro orejas, la boca muy grande y unas patas largas.
-No os asustéis, me llamo Bichionario, y solo quiero
ayudaros. –Dijo el animal.
Los tres se tranquilizaron
por un momento .
-¿Cómo nos puedes ayudar? -Preguntó Martín.
-Yo soy el único que sabe cómo podéis salir de aquí.
-Tenemos solo esta oportunidad. Le dijo Jesús a Martín, en voz baja.
-Aceptamos tu ayuda. –Dijo Martín con una voz como si no
confiara mucho en él.
El Bichionario hizo una magia y todos llegaron a la salida
del laberinto.
-Como yo os he ayudado ahora quiero mi
recompensa.
Jesús y Martín se quedaron mirando uno a otro sin saber que les iba a pedir.
-¿Cómo te podemos recompensar? –Preguntaron.
-No os voy a pedir mucho, me basta solo con que me leáis el libro que os voy a dar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario