EL BOSQUE MÁGICO
Silvermist era un pequeño
pueblo donde todo el mundo se conoce, se había hecho famoso por la neblina
plateada que había al norte del pueblo.
Esta niebla era permanente
y misteriosa y nadie sabía que había detrás, pues el que la atravesaba no
recordaba nada.
Allí vivía Candela, una
niña de 10 años muy buena, divertida con unos ojos azules que daban confianza
pero sin embargo no tenían vida, era ciega de nacimiento.
Candela tenía una preciosa
perra blanca como la nieve que parecía una loba llamada Luna, le servía de guía
era sus ojos y su mejor amiga.
Un día de verano, Candela
fue a dar un paseo después de desayunar y como todos los días le colocó el
arnés y la correa a Luna y se fueron contentas en dirección al parque; pero ese
día era algo distinto. Luna estaba inquieta, nerviosa y tiraba con fuerza de la
cadena, cuando quiso darse cuenta Candela, Luna la había llevado hasta la
niebla, Candela no lo sabía pero alguien había llamado a Luna con un sonido
agudo.
Luna se soltó y salió
corriendo pero Candela se quedó paralizada, de repente veía. Estaba en un
bosque de muchos colores. Las plantas cambiaban de color y olían muy bien pues
había muchas flores raras y muy bonitas.
A lo lejos vio a Luna, no
se lo podía creer, por fin veía a su perrita, estaba allí parada delante de un
ser muy extraño, mitad hombre mitad caballo; era un centauro. Cuando se acercó
vio a muchos como él, y también había unicornios y otros seres mágicos que
querían ser amigos suyos.
Lo que más le gustó fueron
unas diminutas libélulas revoloteando por encima de Luna; Cuando las llamó se
dio cuenta de que eran una especie de hadas revoltosas, alegres y muy bonitas.
Las hadas le contaron la
historia del bosque mágico, no había humanos ni perros, y a todos los que
entraban en el bosque le borraban la memoria, pues no querían que nadie
revelara su secreto.
Sin embargo habían
observado a la niña y a Luna a través de la niebla y acordaron atraerla para
ser amigos. En este bosque todo era posible. Candela había recuperado la vista
y Luna podía hablar con ella como el resto de las criaturas. Estuvieron mucho
tiempo en el bosque y cuando fue hora de regresar les prometió guardar el
secreto pero ella volvería a ser ciega y Luna una perra normal.
Legó a casa contenta pero
no dijo nada a nadie, era su secreto.
A partir de ese día todas
las tardes atravesaba la niebla con su perrita; ella volvía a ver y Luna volvía
a hablar. Tenía muchos amigos allí,
jugaba con ellos, nadaban en un lago donde había sirenas, comían fruta y al
final de la tarde los más ancianos contaban historias y leyendas del bosque
mágico.
Pasaron 12 años, Luna ya
había muerto hacía tiempo pero seguía existiendo en el bosque mágico y allí se
veían todos los días.
Las hadas como premio a la
amistad y por no haber revelado el secreto del bosque le concedieron un deseo,
el de poder ver en el mundo exterior. Con el tiempo Candela se convirtió en una
escritora infantil muy famosa contando las historias de El Bosque Mágico. Como
eran cuentos infantiles nadie sospechaba que eran verdad.
Candela era muy feliz, era
escritora y todas las tardes atravesaba la niebla para estar con Luna, los
centauros, unicornios, las hadas…
La felicidad no es la
ausencia de los problemas sino la habilidad de salir adelante con ellos.
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